El gobernador bonaerense visitó a la ex presidenta en el departamento donde cumple la prisión domiciliaria.
Finalmente, luego de más de 100 días de detención y tras los insistentes reclamos del kirchnerismo duro, Axel Kicillof visitó este miércoles a Cristina Fernández de Kirchner en su departamento de San José 1111, donde cumple la prisión domiciliaria.
El encuentro se extendió por una hora y media y, aunque no trascendió una foto oficial ni se decidió aún si habrá registro público, el hecho expuso la necesidad de recomponer puentes en el peronismo bonaerense. Según fuentes de ambos espacios, el diálogo se centró en la campaña para las elecciones de octubre, aunque también se abordaron temas de coyuntura nacional e internacional.
“Hay que sumar fuerzas para la elección de octubre”, coincidieron en los entornos de ambos, reflejando la prioridad que hoy atraviesa al justicialismo: mostrarse unido pese a las diferencias internas.
La última vez que ambos dirigentes se habían visto fue el 10 de junio en la sede del PJ, antes de la detención de la ex mandataria. Aquella jornada, marcada por la expectativa ante el fallo de la Corte Suprema en la causa Vialidad, terminó con reproches y cánticos de la militancia cristinista contra el gobernador, a quien le recordaron que el liderazgo seguía en manos de Cristina.
El último mano a mano entre Kicillof y CFK había ocurrido el 6 de junio, cuando acordaron la creación de una mesa de unidad para destrabar la interna y avanzar en una lista única. Esa fue una de las llaves que permitió contener tensiones en un peronismo atravesado por disputas de liderazgo.
Desde entonces, los principales referentes del cristinismo le reclamaban al gobernador, tanto en público como en privado, que visitara a Cristina en su lugar de detención. La demora en concretar la cita alimentó suspicacias: algunos lo interpretaron como un intento de marcar distancia, otros lo tildaron directamente de “desagradecido”.
En el entorno del gobernador, en cambio, había dirigentes que preferían postergar la reunión hasta después de los comicios del 26 de octubre, con la idea de evitar roces internos en plena campaña.
Mientras tanto, el peronismo en su conjunto eligió centrar sus esfuerzos en confrontar con Javier Milei en temas concretos, apostando a la estrategia clásica de dejar que el adversario se desgaste en medio de sus propios problemas.