El cuerpo del pontífice, que ya descansa sobre un sencillo ataúd de madera y zinc, será llevado este miércoles a la basílica de San Pedro para que puedan despedirlo los fieles.
EN LA CAPILLA DE SANTA MARTA. Una de las primeras imágenes del cuerpo de Francisco, con una casulla roja y en un ataúd de madera y zinc.
La imagen impacta: el cuerpo de Francisco extendido sobre un féretro abierto, con los ojos cerrados, las manos cruzadas y un rosario que las envuelve. Los fotógrafos pudieron tomarla este martes en la capilla de Santa Marta, en Ciudad del Vaticano. El Papa viste una casulla roja, un palio de lana y una mitra blanca. También tiene puesto el anillo de plata que usaba desde que era arzobispo de Buenos Aires.
El ataúd, de madera y zinc, tal como lo pidió el propio Francisco cuando modificó el reglamento para simplificar el ritual funerario, reemplaza al tradicional catafalco que se usó para despedir a los anteriores pontífices. Durante la mañana del miércoles será trasladado a la basílica de San Pedro para ser expuesto a los fieles durante tres días. El sábado se realizará finalmente el funeral, a las 10 de la mañana, en la explanada de la basílica. Se espera la asistencia de jefes de Estado de todo el mundo, como los Reyes de España, el estadounidense Donald Trump, el ucranio Volodímir Zelenski, el francés Emmanuel Macron, el brasileño Lula da Silva y, por supuesto, el argentino Javier Milei.
Francisco quería el funeral “de un pastor y un discípulo de Cristo, y no de alguien potente de este mundo”. Por eso renovó el ritual en abril de 2024 e introdujo varios cambios: la constatación de la muerte ya no se hace en la habitación del difunto, sino en la capilla; el cuerpo se introduce de inmediato en el ataúd de madera, y se lleva directamente a la basílica (antes hacía una etapa en el palacio apostólico) y luego se celebra el funeral. El papa argentino eligió ser sepultado en la basílica de Santa María la Mayor.
Sus últimas horas
El portal de noticias Vatican News dio a conocer cómo fueron las últimas horas con vida de Francisco. Relata que tras asomarse el domingo al balcón de la basílica de San Pedro para bendecir a los fieles, el Papa pensó en dar una vuelta a la plaza en el papamóvil, y le preguntó a su enfermero personal, Massimiliano Strappetti: “¿Crees que puedo hacerlo?”. Con su aprobación, dio el último paseo entre la multitud. “Gracias por haberme llevado a la plaza”, le dijo luego, y se retiró a descansar.
Cenó y se acostó. Alrededor de las 5.30 se despertó con algunos dolores, por lo que llamaron al equipo médico. Una hora más tarde, le hizo un gesto de saludo con la mano a Strappetti y poco después entró en coma. Falleció a las 7.35. “No ha sufrido, sucedió todo rápidamente”, indica el portal.
Sede vacante
Nueve días de luto, conocidos como Novendiali, le siguen a la muerte de un papa. Se trata de un periodo de sede vacante, lo que implica que la autoridad para las decisiones administrativas y de gestión del Vaticano recae sobre la figura del camarlengo. En este caso, se trata del cardenal estadounidense Kevin Joseph Farrell. Es quien certifica la muerte del Papa, anula el anillo pontificio y cierra las estancias papales. Luego comunica el fallecimiento al cardenal vicario de Roma. El camarlengo gobierna con la ayuda de tres cardenales, elegidos a suerte, renovados cada tres días.
Otra figura importante en este periodo es la del decano del colegio cardenalicio, que es quien convoca al resto de los cardenales para el cónclave y organiza las reuniones previas. En este caso se trata del italiano Giovanni Battista Re, pero como tiene más de 80 años, límite de edad para participar en la elección del Papa, no podrá presidirlo. Lo hará entonces el cardenal más anciano del orden de los obispos, Pietro Parolin, hasta ahora secretario de Estado de Francisco.
Cónclave
Antes había que esperar 15 días desde la muerte del Papa para dar inicio al cónclave. Pero una nueva norma de Benedicto XVI en 2013 introdujo la posibilidad de comenzar cuando todos los cardenales estén en Roma, sin más dilación. Antes de dar ese paso, los cardenales se reúnen en asamblea para rezar e intercambiar impresiones en las denominadas congregaciones generales.
Los cardenales se alojan en la residencia de Santa Marta, dentro del Vaticano. Desde ahí van y vienen cada día a la Capilla Sixtina, donde se celebran las votaciones. El primer día se hace una sola votación, de tanteo. Luego se hacen siempre dos por la mañana y dos por la tarde.
La famosa fumata para comunicar el resultado se da al final de ambos escrutinios de la mañana y de la tarde: humo negro si no hay papa, y blanco si ya hay un nombre. El encargado de anunciar quién es el nuevo Papa, desde el balcón de la basílica de San Pedro, es el llamado cardenal protodiácono, el primer cardenal del orden de los diáconos, hoy el francés Dominique Mamberti.
Para la elección se necesita un consenso de dos tercios: 90 votos, si entran en el cónclave todos los cardenales con derecho a ello, que en este momento son 135. Los países con más cardenales son Italia (17), Estados Unidos (10), Brasil (siete), España y Francia (cinco).