Una de las pesadillas que marcó la historia estadounidense llega a Netflix con “Monstruo” , una antología que busca describir qué hay detrás de los infames asesinos.
Documentales, libros, cómics de terror y una serie de películas de renombre entre las que se encuentra la emblemática y sombría “Psicosis”, los crímenes de Edward Theodore Gein son parte de las pesadillas estadounidenses, un asesino de enorme infamia y solo dos víctimas, un listado más corto comparado con los tenebrosos Jeffrey Dahmer o Ted Bundy. Pero eran los métodos aplicados a posteriori lo más macabro de este homicida. Un caso estremecedor que sumará un nuevo tomo entre las obras que se hicieron, con “Monstruo: la historia de Ed Gein”.
Netflix estrenó este viernes un nuevo capítulo de su tanatología “Monstruo” que ya recopila las historias de asesinos como Jeffrey Dahmer y los hermanos Menéndez. Este es el caso de Ed Gein, donde en ocho capítulos se desenvuelven los eventos más significativos de la vida del homicida de Plainfield, que convirtió a la localidad en un sombrío destino por la década de 1950. La serie cuenta con Charlie Hunnam, quien dudó en severas ocasiones ponerse en la piel del tenebroso asesino.
Los escalofriantes métodos de Gein
“Monstruo: la historia de Ed Gein” se desarrolla en la localidad de Plainfield, Wisconsin y se basa en la vida de un tenebroso asesino que fue responsable inequívocamente de solo dos muertes. Fue acusado de un solo asesinato y posteriormente confesó uno más. Pero no era el número de víctimas lo que volvía escalofriante a Gein sino su costumbre de desenterrar a los recién fallecidos y fabricar máscaras, ropa y artículos para el hogar con su piel y huesos.
Cuando la policía llegó a la casa de Gein, luego de advertir la desaparición de Bernice Worden en 1957, se encontraron con la escena más escalofriante: el cuerpo de la ferretera estaba colgado de los tobillos, sin cabeza y abierto por el torso. Ed le había quitado sus órganos internos. Mientras que los adornos y objetos de la casa tenían la particularidad de ser humanos. Había cráneos que funcionaban como ceniceros, tazas y pantallas de lámparas; asientos de piel; un cinturón hecho de pezones; una caja de zapatos con nueve vulvas; los órganos de Bernice, la ferretera, en la heladera y un “traje de mujer” que dio a entender que Gein quería meterse en el cuerpo de su madre muerta.